Ese es el extracto del discurso
de Toni Cantó en el Congreso que trascendió en las redes sociales, suma e
interesadamente acortado.
Y a partir de ahí las manos en la
cabeza, el grito en el cielo y los típicos insultos que no por habituales dejan
de ser deleznables.
Y todo por plantear dos preguntas
sumamente interesantes. Y por dar una respuesta que creo afirma una realidad y
no un parecer.
Porque, al fin y al cabo, ¿hay
algún animal libre?, ¿tienen derecho a la vida? Profundicemos.
Y empecemos por llevar esas
preguntas a nuestras mascotas. ¿Son realmente libres? ¿Lo es el pez en la pecera
o el pájaro en su jaula? ¿Lo es el perro o el gato, por muy a gusto que viva
con su dueño/a? ¿Han podido elegir dónde y con quién vivir? ¿Eligen a qué hora
comer o salir a la calle (los que pueden)? ¿Tienen libertad para abrir la
puerta e irse? No.
Y respecto a su derecho a la vida…
Es obvio que salvo algún sujeto indeseable, todo el mundo que tiene mascotas intenta
preservar sus vidas, su “derecho” a la vida, pero vayamos más allá. ¿Este
“derecho” lo tiene el animal por su propia condición, o porque el ser humano
así lo decide?
El derecho a la vida se lo
concede el hombre, y esto es así siempre que hay contacto entre animales y seres
humanos. No digo que sea justo, digo que es.
Muchos de los animales “libres”
viven en reservas o están protegidos por leyes, porque el hombre es destructivo
e insaciable con su entorno.
¿Hablamos de los animales
hacinados para servirnos de alimento, de los insectos que matamos cada día?
¿Y nos llevamos las manos a la
cabeza por dos preguntas?
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